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Posted by Chilanga Catastrófica on 11:30 p.m. in , ,
Él había perdido la cabeza.
Ella entregó el corazón.
Y paseaban (cómo tantos otros):
Él, incómodo con aquella viscera sangrante entre las manos.
Ella, ansiosa, pretendiendo adivinar algún futuro en aquella esfera degollada.

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Insomnio

Posted by Chilanga Catastrófica on 9:39 a.m. in , ,
Despierto. Se que es de madrugada. Apenas había caído en el sueño cuando me descubro cayendo de prisa fuera de él. No abro los ojos. Me descubro sola. Me recuerdo sola. Maldito insomnio.
Despierto sin abrir los ojos. Despierto de nuevo sin piel, en carne viva, el corazón con la herida milenaria despierta, latiendo. Más viva que nunca. Más aun. Grande. Fresca. Sangrante. Sangre que hierve sin servir de nada su calor. Sin contagiar (¿de qué sirve la sangre caliente?). Las sábanas frías, la madrugada húmeda. La cama enorme. Sola. Tengo frío.
Llega el amanecer y hoy nada amanece. Ni yo. Llueve. Todo es gris. Llueve afuera, llueve dentro. Lluevo yo. La memoria, el recuerdo, el sueño ¿estoy o no estoy despierta? Debo estar despierta pues estoy cansada. El cuerpo pesa cada vez mas mientras más se acerca el momento de levantarme. Hoy ya nada es perfecto. Ni esperanzador, ni exitoso. Carajo. Tener que ir al nuevo trabajo viejo, con cara nueva, ojos nuevos, mente fresca, dolores antiguos. No puedo. Estoy cansada. Maldito insomnio.
Mar. Oaxaca. Quiero Oaxaca. Necesito mar. Me urge el Mar. Me urge.

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Tus Manos

Posted by Chilanga Catastrófica on 6:44 p.m. in ,
¿No ves lo que tus manos pueden?
¿No lo ves?

Son llaves. Tocas y abres.

Se abre mi alma y más llaves....
tocas y vuelven a abrir
¿entiendes lo qué pasa otra vez?
Aun de lejos, me abres:
tus llaves me tocan

Llaves de mis ojos: me veo
Llaves de mi piel: me siento
Llaves de mi agua: me inundas
Llaves de mi mente: me sueño
Llaves de mi paz: se escapa...

(Manos que abren tarros, tocan puertas...manos- llaves)

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Sueño Oaxaqueño

Posted by Chilanga Catastrófica on 11:56 p.m. in , ,
Entre Dragones Verdes, Catrinas y Demonios, me llega tu aroma y la presencia de tu ausencia que tan terca me acompaña.
Los olores te traen de vuelta a mi lado y por momentos siento tu mano rozando mi mano, pero no eres tú, sino las ánimas del panteón bajando a toda prisa a bailar con la marimba.

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Mi Viejo y el Mar

Posted by Chilanga Catastrófica on 2:56 p.m. in , , , ,
Fin de semana: visita relámpago al Mar. Siempre me quedo con ganas de más Mar cuando voy por varios días y ahora, ir de ida y vuelta... pero valía la pena y urgía "la medicina". Tenía en mente un lechero (bien cargado) en La Parroquia, platicar largo y tendido con mi Amiga del Alma y saludar al Mar, cómo quien le dice: al ratito vuelvo, solo pasaba por aquí, para que no te olvides de mi.
Mochila al hombro con lo básico: traje de baño, pareo favorito, libro, mi música (bendito i-pod), libreta de notas... en realidad no necesitaba nada más (en una de esas no me daba tiempo ni de sacarlas de la mochila). Y muy colocado entre ceja, oreja y corazón, se coló Mi Abuelo. El Ingeniero. A casi 7 meses que se fue, me seguía enojando la idea de que hubiéramos dejado Veracruz "para después”. Pa' los Noventa (como si pasar de los --¿30? ¿40? ¿60?-- no tuviera suficiente chiste). El caso es que cada segundo en Veracruz, traje a El Viejo presente. Creo que a ratos, hasta cargando.
El domingo, después de desayunar (dos lecheros bien cargados, huevos tirados) y para despedirme de el mar, caminamos por el malecón y un par de ojos y media sonrisa 'a lo Monalisa' (que en mejores momentos, seguro fue de galán), se cruzaron por nuestro camino. Les sonreí y cuando estaba por olvidarlos, de la nada aparecieron junto a mi, ahora con voz: Don Rafael. Marino retirado. Once hijos, otros tantos nietos y creo que seis bisnietos. Jarocho-Chilango del Mundo, 89 años y solo quería hablar un poco “pues la boca a ratos hasta le sabe a quinto”. Él comenzó a hablar y mis ojos a desbordarse. Todo el mar que había visto esos días, se escapaba a mares (valga la redundancia). Nos acompañó a caminar y yo ya no me quería despedir no quería dejarlo ir (otra vez). Había tanto que decirnos...Quería abrazarlo y decirle: pero mira, qué bien te va este cuerpo, ya podrías haber agarrado uno más nuevito, qué necedad con la misma edad, aunque se ve que estás cómodo... se ve que andas bien de dinero...
Veía su nariz, sus poros; su cara no era su cara. Sus ojos nublados por la edad y las cataratas, las canas mal cortadas en bigote y barba. Su risa entrecortada por los recuerdos subiéndole desde la panza y atorándose en la garganta. Me contó que a diferencia de los Viajeros, los de un amor en cada puerta, los Marineros entienden las ventajas de la distancia del Amor en cada Puerto.
Mientras lo escuchaba a mi se me agolpaban las preguntas que había estado acumulando estos meses: ¿porqué no me había respondido aquella madrugada en la cama del hospital?, ¿me había escuchado?, ¿ya viste lo que escribo? ¿te gusta? (me da terror su crítica feroz). Quería saber si no le molestaba que aun no pusiéramos su lápida ni Epitafio y explicarle mi teoría: tal vez todos, sin decirlo, queremos dejarle mas libre el tránsito si decide dejar de estar ahí, donde duerme ahora. ¿Te gustó la despedida Viejo? canciones cubanas, anécdotas, fotos, todos de blanco, nada de luto...linda ¿no?
Pero no lo hice. Por mucho que Don Rafael hubiera visto navegando por los siete mares o habiendo sentido lo que sintió cuando entró un día de tormenta en Cayo Alacranes y escuchó los cantos de las Sirenas, seguro nada se habría comparado con la impresión de tener una verdadera loca suelta en el Puerto y parada frente a él, hablándole de la otra vida, la que no vivió siendo mi Abuelo o peor aun, seguro hasta le espantaría la buena costumbre de abordar a los extraños.
Ya era de agradecerse que siguiera platicando conmigo sin entender nadita el porqué me había dado por llorar y hasta ignorándolo. Pero no conforme, me regaló un beso, su teléfono y al despedirnos hasta me dejó tomarle una foto, que de milagro salió enfocada por como me temblaban las manos.
Mientras por la carretera me alejaba de el Puerto, agradecí la visita relámpago y sobretodo el regalo que vino del mar. A manera de festejo (y lamentando no tener un Tinto a la mano) puse Tangos, algo de Cello, Bach, Vivaldi, Rachmaninofv y me dediqué a soñar con los ojos abiertos, una conversación de horas y de la mano con Mi Viejo.

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