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Chilangueando en "La Polar"...

Posted by Chilanga Catastrófica on 9:07 p.m. in , , ,
La Polar está en la colonia San Rafael, a unas cuadras de San Cosme (Guillermo Prieto esquina Circuito Interior) y ellos mismos se presumen como la Mejor Birria de México y "la casa de la buena birria".
Honestamente, mi experiencia comiendo este platillo -y pese a que mi Papá es de Guadalajara- es reciente y escasa; pero si alguien me preguntara en dónde comerla, lo mandaría a La Polar sin pensarlo, y no solamente porque es deliciosa, sino porque el lugar se tiene que conocer y vivirse su ambiente.
Como casi todo mundo, Monam y yo prometimos que cuidaríamos nuestra alimentación en cuánto iniciara el año -cosa que no hemos cumplido-, pero para despedirlo, elegimos 3 lugares para comer delicioso (uno para cada día del fin de semana). Para el viernes: pozole y cochinita de "Casa Toño" en Santa Ma. la Rivera (La Santama, pa' los cuates), el sábado: los tacos de "El Paisa" en Tlalnepantla y el domingo: birria en La Polar. Ya cerraríamos con broche de oro en la cena del 31.
Llegamos como a las 4 o 5 de la tarde y el lugar estaba a reventar. La cola hasta la calle y los globeros en la banqueta aprovechaban para hacer sus ventas. Supusimos que para muchos de los formados, la comida de ese día sería el equivalente de la cena de año nuevo. Todos estaban esperando por mesas grandes. Creo que la más chica era para 8 personas y eso nos ayudó a que nos dieran la mesa antes que a ninguno de los que llevaban más de media hora: no tuvimos que esperar ni 10 minutos cuando ya nos estaban llamando.
En cuánto entramos, ya se respiraba el ambiente de cantina / salón familiar y de fiesta de año viejo; se mezclaba el rumor de las conversaciones de los comensales, los llantos y risas de niños, los ruidos de platos apilados, el caer de los hielos en los vasos y cómo chocaban los tarros de cerveza, los "Salud!", la risa de los payasos que inflaban globos (convirtiéndolos en sólo en unos minutos en el hombre araña, una sombrilla o un Piolín en un columpio o una espada por unos cuántos pesos) y por supuesto, la música de los mariachis, tríos y grupos norteños que cobraban unos $50 pesos por canción.
El mesero nos condujo hasta el segundo piso y nos ofreció una mesa pegada a la pared justo en entre una mesa de unos 8 hombres que parecían haber estado bebiendo desde antes de navidad y que regateaban al grupo norteño las canciones que ya habían tocado y un par de individuos que con trabajos se podían sostener en pie y que parecía que bailaban. No supe si era que se abrazaban en la etapa del "te quiero mucho, eres mi hermano" de toda borrachera digna de olvidarse o si estaban por agarrarse a trancazos pero el nivel etílico se los impedía y sólo se sostenían uno al otro con los puños muy apretados agarrados uno de la camisa del otro.
Me llamaron la atención los zapatos de charol blanco con la piel quebrada, de un músico moreno y bigotón que cargaba una especie de guitarrón casi tan grande como su panza y cómo contrastaba con su traje rojo con visos blancos bordados.
Yo estaba muy divertida con este recibimiento y fotografiando los detalles del lugar en mi mente, pero al parecer el mesero se preocupó un poco de que no pudiéramos comer tranquilos y le comentó a M que tal vez "su chava" (osea, felizmente: yo) estaría más cómoda en el siguiente piso y diciendo eso, nos invitó a subir los 5 o 7 escalones que llevaban al siguiente salón, con mesas largas repletas y un mariachi cantando "No" de Manzanero. Nos tomó la orden casi en cuánto nos sentamos: birria (no hay de otra) en caldo para mi y en tacos para él, dos cervezas oscuras de barril y orden de aguacate. Mientras pedíamos, el mariachi ya había tocado alguna canción de Jose Alfredo (creo que Mundo Raro) para seguir nuevamente con "No". Primero me llamó la atención que la hubieran repetido, después me hizo gracias oírla por tercera vez y darme cuenta que el mariachi no se había movido de la misma mesa. Asumí que el compadre que la estaba pidiendo estaba fuertemente ardido y que íbamos a escuchar "No" al menos un par de veces más... y sin exagerar creo que escuchamos al menos, unas seis o siete repeticiones.
Mientras comíamos deliciosamente, el mariachi no se cayó ni un minuto. El Mr. Ardido seguía pidiendo canciones de dolor y contra ellas intercalando la de Manzanero cada dos o máximo 3 canciones y esto ya estaba resultando especialmente divertido cuando el mesero llegó a pedirnos que cambiáramos a otra mesita más pequeña y metida en un espacio más reducido porque tenía que armar una mesa para 18 personas… nosotros en el mejor humor cooperador migramos de mesa y mientras le traían a M caldito caliente, los 18 se empezaron a acomodar: venían unos 2 o 3 niños, una bebé que aun no caminaba, y el resto mas o menos mitad hombres y mitad mujeres.
A mi se me ocurrió comentar “tienen cara de velorio” mientras caía en cuenta que venían todos vestidos de negro o al menos gris oscuro justo cuando entró el patriarca del grupo, con ojos hinchados, figura sumamente cansada, hombros contraídos y en la mano: una urna!!. Sí. Lo juro. Una urna cuadrada, con tapa. Parecía de marmo y tenía un Cristo dorado decorándolo. No puedo asegurarlo, pero podría jurar que abrí la boca y los ojos al mismo tiempo y casi al mismo tamaño que mi plato de birria. Estaba realmente sorprendida ¿en verdad venían de cremar un pariente? Bueno, suponía que no lo llevaban de paseo ¿verdad? pero para mi era TAN raro como llevarlo al restaurante
Procuré ser discreta y no voltear, pero en verdad mi curiosidad y mi mente bloggera no pudieron resistir y así pude notar que: ninguno de los 18 habían estado antes en La Polar, era evidente el desconcierto "sólo hay birria!!" y creo que para más de uno, no este platillo, si no la carne en general no era de su total agrado. Vi que una de las mueres avisó que cada quien pagaría lo que pidiera y que llevaran bien la cuenta. Uno de los hombres (supuse que era el papá de las niñas) salió y regresó con dos cajitas felices de mc-nuggets para las ellas. Un par se quedaron de pie, esperando sillas u otra mesa pues al final no cupieron todos, pero eso sí… la urna (con quién sea que estuviera dentro), ocupaba el centro de la mesa, como buen invitado principal.
Ya todo esto resultaba bastante diferente y mientras esta mesa distrajo nuestra atención, la música no dejaba de sonar. El antes ardido seguía acaparando las peticiones, pero cambiando de estado de ánimo a la velocidad del "mariachi loco", y complaciendo a cuánta persona deseaba pedir su canción favorita. De disparador oficial, pues –imagino la cruda después de lo que pagó ese día- y es que en medio de su "manzanesca depresión", oh! sorpresa de año nuevo: cupido lo flechó y su nuevo objetivo estaba a sólo dos mesas de distancia.
Y fue así que después de varias canciones “de lejitos” (Novia Mía, Tres regalos y la cursilísima Motivos – una rosaaaaa, pintada de azul, es un motivo-), llegó hasta la mesa de la señorita en cuestión, saludó de mano al “suegro” y pidió permiso para cantarle una canción a su nuevo amor. En medio de risas entre nerviosas, divertidas y alcohólicas de la familia, le dieron permiso y el Compadre en cuestión no sólo se reventó “Las Llaves de mi Alma”, sino que tuvo la puntada de hacerlo rodilla izquierda al piso y tomando la mano de la rojísima susodicha, mientras que el resto de los asistentes chiflaban, aplaudían, coreaban la rola y al terminar todos a animaban, beso, beso, beso!!! Para cerrar con un grito -iiiiiiuuuuuuuu!!- cuando el galán le puso tronadísimo beso en la mejilla antes de regresarse a su lugar. En fin… era una tarde repleta de sorpresas y la diversión parecía no parar...
Para cerrar con broche de oro, el romántico del mariachi le dedicó a la mesa de la urna una canción, mientras ellos levantaban como presumiendo, al “invitado especial” en su cajita con una mano y mientras con la otra levantaban su copa deseando ¡Salud! - o buscnado solidaridad- al resto de los comensales, que repetían el gesto muy amables y alegres, como cosa de todos los días.
Y sí, estoy de acuerdo: todo esto parecería una catastrófica mentira, pero hay pruebas: la fotógrafa del lugar inmortalizó ese día: ante mis cada vez más sorprendidos ojos, se acercó a la mesa de los 18 -yo quería detenerla para “ahorrarle el mal rato”- pero, para rematar mi sorpresa, los 18 se reunieron alrededor de la urna y sonrieron a la cámara… ¡Viva México, carajo!.

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Noventa y uno...

Posted by Chilanga Catastrófica on 3:21 p.m. in , ,
A ratos juego a olvidar que ya te fuiste y eso me ayuda a no extrañarte. Juego a que te voy a ver, juego a que te voy a hablar y a ratos hasta me pareciera oír tuvoz... pero hoy me dolió no haber podido cantarte las mañanitas y escucharte planear el menú de la comilona con la que seguramente te hubiéramos festejado -y sigue doliéndome no haber ido contigo a Veracruz- pero me gusta pensar que lo estás haciendo y que hay mole de olla, merengues, mole oaxaqueño, tamales, pasteles y por supuesto tu café (con canderel por la costumbre y no por la diabetes).


Recorro las fotos de los últimos cumpleaños que pasamos juntos para imaginarte festejando. Me da terror que tu cara se me desdibuje con los años. En una de las últimas fotos, de tu penúltimo cumple con nosotros, traes la camisa de franela roja a cuadritos que yo me quedé... me pregunto si la extrañas con estos fríos.


La vida ha cambiado mucho desde que no estás. Ya tienes nueva bis-nieta, de tu hijo / nieto. Me gusta pensar que dejaste un poco de tu alma a esa, mi nueva sobrina y lamento mucho que no se me pueda ocurrir cómo le dirías tu: Valentina sigue acordándose que le pusiste Valeriana, Diego sigue siendo Diego Banderas para mi, tu tocayo: Pastpartou -¿quien te iba a decir que también escribiría y tan bien?-; El Tractor... todos siguien teniendo los nombres que tu le diste.

Supongo que ahora la diferencia es que "nos das la libertad" de festejar como a nosotros se nos pegue la gana: yo escribiéndote ahora y por la noche me serviré una copa de vino para leer(te) antes de dormir mientras busco como cumplir (a mi manera) la promesa que te hice de "sentar cabeza"; K festejará con tu nueva bisnieta, Yoyo cenará doble en tu honor, el Camarada lo hará con una paella frente al mar, y la Patota, mi madre, lo hará echándose una cantada y un nudo en la garganta. Supongo que tu mujer, tu eterna Geisha -si decide recordar qué día es hoy- lo festejará rezando o jugando a que el tiempo se detuvo desde que tu no estás (¿viste que decía que era nuestra primer navidad sin ti?, supongo que el dolor ha disminuido un tanto y está permitiendo que empiece a correr el tiempo...
En fin Mi Viejo querido: muy feliz cumpleaños dónde quiera que festejes. Que comas todo lo que quieras, que tus ojos no estén cansados y se llenen de mar; que tu risa nos alcance y ojalá que al menos en sueños, cenaras conmigo escuchando tangos y rodeados de libros...

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