Estallaban bombas de flores, la primavera llegaba y con ella los domingos de visitar a tu hermana; recorrer por los mercados y probar frutos maduros para desaparecer después en secretos paseos extraños: museos escondidos en casas, calles de piedras de río, historias de tres palabras en epitafios perdidos.Eran las jacarandas, antes árbol de alegría, que bañaban de estrellas lilas esas calles de mi infancia alfombrando recorridos, decorando tus palabras que iban armando cuentos y sueños de tardes moradas.
Entre tus cuentos hablabas de la jacaranda olvidada, que sombreaba el que sería tu hogar y con tus sueños viviría. Hoy no hay árbol que transmita mayor tristeza en mi vida, que aquella jacaranda que hoy tu sepulcro cuida: su tronco antes recto y seco ahora ha cobrado vida y dibuja una extraña curva que tu amplia espalda imita; también extraña tus cuentos e incluso hay días que busca imitar también tu risa, más lo único que puede es llorar morado y lila...
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