Noventa y uno...
A ratos juego a olvidar que ya te fuiste y eso me ayuda a no extrañarte. Juego a que te voy a ver, juego a que te voy a hablar y a ratos hasta me pareciera oír tuvoz... pero hoy me dolió no haber podido cantarte las mañanitas y escucharte planear el menú de la comilona con la que seguramente te hubiéramos festejado -y sigue doliéndome no haber ido contigo a Veracruz- pero me gusta pensar que lo estás haciendo y que hay mole de olla, merengues, mole oaxaqueño, tamales, pasteles y por supuesto tu café (con canderel por la costumbre y no por la diabetes).Supongo que ahora la diferencia es que "nos das la libertad" de festejar como a nosotros se nos pegue la gana: yo escribiéndote ahora y por la noche me serviré una copa de vino para leer(te) antes de dormir mientras busco como cumplir (a mi manera) la promesa que te hice de "sentar cabeza"; K festejará con tu nueva bisnieta, Yoyo cenará doble en tu honor, el Camarada lo hará con una paella frente al mar, y la Patota, mi madre, lo hará echándose una cantada y un nudo en la garganta. Supongo que tu mujer, tu eterna Geisha -si decide recordar qué día es hoy- lo festejará rezando o jugando a que el tiempo se detuvo desde que tu no estás (¿viste que decía que era nuestra primer navidad sin ti?, supongo que el dolor ha disminuido un tanto y está permitiendo que empiece a correr el tiempo...
